La introducción del gas en Canarias, ¿una contradicción?

4 Jun, 2018 | Medio Ambiente, Política, Sociedad | 0 Comentarios

La implantación del gas en las Islas como modelo energético aprobado por el Gobierno de Canarias ha desatado un desencuentro entre las distintas administraciones. Así, los municipios escogidos de un total de ocho (3 de Gran Canaria y cinco de Tenerife) para la introducción del denominado ‘gas propanado’ han mostrado prácticamente su desacuerdo con dicha propuesta, como fue el caso de Granadilla de Abona, cuyo Pleno votó por unanimidad una moción presentada el pasado mes de febrero por IU – Los Verdes en contra de este proyecto. Y es que, si hay que cumplir con los objetivos marcados por el ‘cambio climático’ es indudable que el ‘gas propanado’, aunque reduce las emisiones, sin embargo se queda corto en dicho cumplimiento, lo que no ocurriría con las ‘energías renovables’.

En ese sentido, del blog Nueva Revolución reproducimos un artículo del periodista y analista político Víctor Marrero publicado el pasado 12 de febrero que, con el título Canarias aparca las renovables y se decanta por el aire propanado’, decía:

« Ser la región europea con más horas de sol y contar con una fuerza eólica y marina muy importantes no parecen ser motivos suficientes para que Canarias apueste con serenidad por las energías renovables como alternativa limpia de generación eléctrica. Ocho municipios isleños (Las Palmas de Gran Canaria, Telde, Agüimes, Santa Cruz de Tenerife, San Cristóbal de La Laguna, Arona, Puerto de la Cruz y Granadilla de Abona) se enfrentan a la implantación de un modelo energético caduco y contaminante, el gas, como nueva forma de abastecimiento. La compañía Redexis Gas, ganadora del concurso convocado por el Gobierno regional, será la encargada de introducir dicho elemento en las casas y establecimientos de miles de canarios. Las alegaciones al proyecto de introducción del gas en Canarias, que culminaron el pasado 5 de enero, se cuentan por centenares en cada municipio.

Introducir el gas en Canarias, una región agraciada por el sol, los vientos alisios provenientes del norte y el mar que baña sus costas es una contradicción de proporciones inmensurables. Tiene todos los elementos para investigación y desarrollo de plantas solares, eólicas o mareomotrices, pero el hermetismo político que caracteriza a esta región, sumado a las relaciones fructíferas entre la clase representante y un pequeño grupo de empresarios que manejan las islas a su criterio, impiden elaborar un plan de transición energética que abarque, además, un cambio en las lógicas de movilidad y diseño urbanístico a favor de las personas. Quien haya vivido en Canarias sabe que el territorio es reducido y fragmentado, y no caben más carreteras en ella. El poco territorio virgen que queda está, a su vez, amenazado por la maquinaria de cemento y alquitrán, como ocurrió en las intactas laderas del oeste de Gran Canaria, donde todavía se sigue construyendo una autovía para conectar un municipio de 7000 habitantes, algo que en otros muchos sitios sería impensable debido a la alta fragilidad del entorno natural.

La apuesta de Fernando Clavijo, presidente autonómico, por el gas propanado, choca con las políticas ecologistas que se impulsan desde otras administraciones, como el Cabildo de Gran Canaria, que trabaja en la ejecución de un salto de agua entre presas de distinto nivel que podría satisfacer limpiamente el 60% de la demanda eléctrica de la isla. El Hierro, a su vez, cuenta desde hace tres años con una central hidroeólica con el objetivo de cubrir la totalidad de su demanda. Si bien es cierto que Gorona del Viento no parece haber cumplido todas las expectativas, la realidad es que durante el primer año de funcionamiento (2015-2016) cubrió más de un tercio de la energía demandada de toda la isla, produciéndose incluso días en los que lo hacía al cien por cien. El proyecto es aún joven y tiene una altísima capacidad de mejora.

Pero también tenemos otros ejemplos a nivel europeo: recientemente ha salido en la agenda mediática que toda Alemania consiguió abastecerse con renovables por unas horas durante el 1 de enero, algo inédito hasta la fecha. Es cierto que se dieron unas circunstancias específicas para que eso ocurriese, pero la posibilidad de este hecho hace indicar que se va por el sendero correcto. Este revelador ejemplo arroja la evidencia de que, en caso de apostar por un modelo energético alternativo y renovable, Canarias no tendría mayores problemas en subsanar su demanda eléctrica al completo por esta vía.

Sobre esta premisa trabajan los partidos y organizaciones contrarias al gas propano. Pilar Álvarez León, concejala de Sostenibilidad en el ayuntamiento de Las Palmas por la candidatura LPGC Puede (de donde procede por Equo), es también miembra de la Asamblea Ciudadana Contra el Gas, una iniciativa que nace en la isla de Tenerife y que representa una voz importante en la lucha por la implantación de las energías renovables y el rechazo a otros modelos energéticos como el que nos ocupa en este artículo. La valoración de la introducción del gas es claramente negativa. Sobre la relación de los ayuntamientos afectados, Álvarez responde que “no ha habido contactos sobre el tema, aunque yo personalmente sí por medio de la asamblea”.

En el caso del ayuntamiento del que forma parte, la postura queda algo difusa, ya que está gobernado por tres partidos con diferente criterio. “El alcalde (Augusto Hidalgo, PSOE) se ha manifestado a favor, y los otros dos partidos del tripartito (Nueva Canarias y LPGC Puede), estamos en contra”, aunque afirma que “estamos en trámite para acordar una postura institucional”. Álvarez anuncia la constitución de una Mesa de Cambio Climático municipal, que ejercerá como un órgano de participación, difundiendo la información necesaria mediante charlas y actividades que lleguen a toda la población.

La batalla no es solo política, en este caso, sino que se genera en las rutinas y costumbres de la ciudadanía. “A nivel doméstico creo que con información, movilización y respuesta ciudadana, apoyada por las administraciones públicas también, podrá demostrarse que no es necesario el suministro doméstico de gas ciudad; más aún cuando no usamos calefacción”, puntualiza. “También estamos en gestiones para implementar medidas de planeamiento urbanístico y fomento de las renovables, no solo impidiendo el gas, sino avanzando en los cambios de hábitos para ser más eficientes en el uso de la energía”. Por otro lado, espera que a nivel administrativo “haya minuciosidad en la tramitación de los permisos con las necesarias objeciones de tipo ambiental y de seguridad, y de que en caso de alguna irregularidad, tenga que anularse el procedimiento”.

Volviendo atrás, el presidente de Gran Canaria, Antonio Morales (Nueva Canarias), está siendo una de las personalidades políticas más críticas con la gestión autonómica del modelo energético. En el cargo desde 2015, Morales ha abanderado una política ecologista y de aprovechamiento sostenible de los recursos como parte de su programa electoral. Respecto a las energías fósiles, sostiene que apostar por el gas no es viable económicamente, en referencia directa a la posible instalación de plantas de regasificación en las Islas, algo que la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia ya dictó previamente, aludiendo a las que se pretendían -y pretenden- instalar en los puertos de Granadilla (Tenerife) y Arinaga (Gran Canaria).

La transición energética en Canarias no llega, y no lo hará, presumiblemente, mientras se mantenga imperante un sistema oligárquico donde las decisiones que afectan a los ciudadanos se tomen a espaldas de los mismos. El freno que supone el gobierno de prestamistas que rige el archipiélago desde hace décadas, supone un claro retroceso en las medidas aplicadas en otras regiones similares a Canarias, y para nada concuerdan con las directrices que emanan de organismos como la Unión Europea, donde recientemente se aprobó una enmienda para prohibir el ‘impuesto al Sol’ del ex-ministro José Manuel Soria, y se multó a España por su posición pasiva ante la contaminación y el cambio climático. Nadar a contracorriente es la marca de la casa en Canarias. »

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